lunes, 21 de octubre de 2013

Análisis del libro Rebelarse vende



Joseph Heath y Andrew Potter- el primero profesor universitario de Filosofía en Toronto y el segundo investigador- han escrito este crítico ensayo contra todo lo que ellos consideran el mundo de la contracultura. Desde el ecologismo radical hasta los hippies, desde el punk hasta Nirvana, desde el consumo responsable hasta la Escuela de Frankfurt, estos autores dan un repaso a todas esas corrientes de pensamiento y/o acción tan afamadas desde los años 60. La idea del romántico marginal que da su vida por un ideal será un icono dentro de muchos movimientos, incluso el suicidio de Kurt Cobain se elevará al Olimpo de los mitos. El cantante de grunge  se rebeló tanto que se vuela la cabeza para no verse sometido por las leyes de la sociedad de masas y de un mercado que lo habían abducido, o eso dijo.  La contracultura considera que todo lo que le gusta a demasiada gente es malo. Lo industrial es malo, la cultura de masas también. La idea subyacente del libro es que la lucha por la totalidad, o sea, por la utopía, nos despista sobre cómo cambiar las cosas desde un punto de vista realista. 

Cualquier moda que se considera elitista y pretende transformar la realidad, en cuanto empieza a ganar adeptos, automáticamente pierde atractivo para sus miembros primigenios y dicen que “ha sido absorbida por el sistema”. Para estos filósofos autores del ensayo, lo que se esconde aquí es una aversión a la sociedad de masas, a lo mainstream (concepto que ya  mencioné en otro análisis  ), algo que pasa con corrientes culturales minoritarias, pero esta vez llevado a la política.

Creo que este estudio es demasiado maximalista, culpando a la contracultura de ser un movimiento que desde hace décadas aspira a un mundo sin normas, cuando todos nos hemos dado cuenta de que son necesarias. Lo que no tienen en cuenta los autores, en mi opinión, es que, en sociedades con muchas restricciones y leyes represivas, la salida más normal  por parte de jóvenes concienciados -o sin conciencia, pero inconformistas- es una rebelión contra todo. Otra cosa es que en las modernas democracias y sociedades consumistas automáticamente la ley de oferta y demanda pueda crear una industria de prácticamente cualquier movimiento con un mínimo de seguidores. Cuando hablo de sociedades represivas no hablo sólo de dictaduras; un adolescente considera que es opresiva cualquier norma que se le quiera imponer, y hay adultos que tienen también esos criterios.

Culpar al feminismo radical o al anarquismo ecologista de un auge del libertinaje y del caos me parece muy simple. ¿Acaso no es normal que un joven proteste contra lo establecido? Quiere encontrar su espacio, sobre todo cuando tiene sus necesidades básicas cubiertas. Buscar su personalidad conlleva muchas veces refugiarse en alguna tribu alternativa. Según el texto, esto se llama “consumo diferenciador”, que puede ser contracultural o lujoso, ya que lo que busca es diferenciarnos del vecino.
No obstante, lo que sí demuestran la política y la economía es que no hay grandes soluciones absolutas. Debido a la complejidad de las sociedades modernas, el simplismo es dogmático y más vale andarse con ojo cuando alguien promete cambiarlo todo de raíz con dos o tres decisiones o a base de transformar las mentes.

Rebelarse vende también nos habla de Freud, Marcuse e incluso Hobbes. Mientras Carlos Marx nos planteaba su teoría económica basándose en la pobreza del proletariado,  Freud y Marcuse analizan el carácter psicológico de la represión. Hobbes, muy anteriormente, ya disertaba sobre el miedo como elemento político.

Si lo material no es importante, sino que la cultura es algo que nos oprime en esta sociedad consumista, el debate ideológico dentro de un  sector de la izquierda se trasladó encontrándose con el new age y otros movimientos. Mientras que Marx hablaba del progreso continuo y la fe en las leyes de la historia, de golpe, sobre todo tras la Segunda Guerra Mundial y el horror del totalitarismo, el pensamiento crítico se tornó más pesimista. ¿Vamos progresando o vamos hacia atrás?, ¿la tecnología nos libera o nos esclaviza? ¿Nos hemos alejado de la madre naturaleza y, por lo tanto, sufriremos las consecuencias? ¿Se lucha contra el hambre mejor desde la concienciación que desde el Estado? Y aquí la contracultura tenía críticas para casi todo, pero soluciones para casi nada. O eso piensan Joseph Heath y Andrew Potter.

Pero también hay que recuperar la visión de Gramsci sobre la hegemonía cultural. De nuevo, como podéis ver, la sociedad de masas se presenta como algo uniforme, gris y manipulado. Sólo una élite concienciada que se ha dado cuenta de la verdad -los autores nos pondrán el ejemplo de Matrix y su famosa pastilla-, es capaz de despertar y hacer despertar al resto.
Heath y Potter, además de poner verde a Naomi Klein y a Michael Moore -criticando su carácter contracultural y su falta de propuestas realistas-, también son defensores del sistema liberal y de las propuestas pragmáticas. El capitalismo es un sistema que ha demostrado ser superior a sus alternativas hasta el momento, por lo que sólo queda corregir sus fallos y preocuparse por lo específico.  Con la crisis que vivimos es difícil defender esto, pero es cierto que, por ahora, parece ser que ninguna alternativa al mercado ha cuajado en el mundo.

Desde luego, este libro es un jarro de agua fría para los idealismos, pero es que sin idealistas difícilmente alguien se habría movido para mejorar las cosas. En lo que sí estoy de acuerdo es en esa idea de consumo diferenciador, en el que la contracultura genera una industria que mueve millones -música, ropa, viajes exóticos-, pero que se ha incrustado demasiado en un concepto elitista de las sociedades y, por extensión, en una abjuración de la masa.

Si no tenemos en cuenta a la mayoría, número incesante de personas con su vida particular y no simples borregos, es imposible articular una política en condiciones. Si todos nos fuéramos con una caravana a una playa paradisiaca a vivir de un huerto, nos cargábamos la playa.
No deja de ser un libro interesante, aunque muy matizable. Pero, como siempre pienso, de vez en cuando es bueno reflexionar sobre aquellas personas, conceptos e ideas que siempre nos dicen que tenemos que reflexionar y liberarnos. ¿O no?

Ficha del libro:
Título: Rebelarse vende. El negocio de la contracultura
Editorial: Taurus
Número de páginas: 424
 





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