lunes, 1 de septiembre de 2014

Imputaciones, recortes y discusiones




Christine Lagarde, directora del Fondo Monetario Internacional, ha sido imputada en un caso de corrupción supuestamente perpetrado en su época como ministra de Sarkozy (entre 2007 y 2011).  Lo curioso es que el hecho en cuestión está relacionado con una indemnización millonaria que cobró un empresario amiguete del antiguo presidente galo.

Es evidente que, mientras se solicitan recortes y medidas draconianas para las capas más sensibles y débiles de la sociedad, el círculo cercano al poder político y económico siempre tiene un buen colchón donde caer, si es que cae, y una buena sombra en la que cobijarse para no verse afectado por el sistema económico que, en teoría, tanto defienden.

La capacidad de hacer negocios de muchos está directamente relacionada con sus contactos políticos, de ahí que no haya que sorprenderse cuando muchos antiguos cargos públicos terminan en consejos de administración de grandes empresas, muchas de ellas privatizadas en tiempos en los que ostentaban posiciones de responsabilidad. El circuito del poder funciona en red, como comenté en su día en esta charla.

¿Qué podemos hacer ante esta doble vara de medir? Pedir más transparencia y ser críticos con el poder, pero veo que hay gente que aspira más a tener purezas ideológicas semirreligiosas que plantear verdaderamente cambiar las cosas convenciendo a la ciudadanía en general. En fin, mientras unos gobiernan, otros se pelean para ver quién es el portador de la verdad revolucionaria absoluta, y así nos va.
El FMI se ha caracterizado por aplicar, o pretender aplicar, medidas con un coste social tremendo. ¿Por qué debemos de destruir el estado del bienestar cuando las élites gobernantes ni siquiera saben lo que es competir en un mercado abierto? ¿Por qué tenemos que privatizar cuando los monopolios y oligopolios que se crean terminan teniendo los mismos defectos, si no más, que cuando eran públicos? ¿Quién se beneficia de bajar el salario mínimo? ¿Y de ampliar la edad de jubilación? Desde luego, la población en general no.

Lagarde tiene un sueldo superior a los 300.000 euros, una barbaridad. ¿Es moral solicitar que un salario mínimo de 700 euros en España sea bajado? ¿Es demagógico criticar al FMI, mientras que defender sus medidas -que a sus miembros no les afectan- es de tecnócrata moderno?
La cuestión es muy clara: la indecencia campa a sus anchas por el poder, mientras, repito, los que supuestamente deberían plantear alternativas siguen midiendo su grado de izquierdismo golpeándose el pecho con la fuerza del ardor guerrero.  

Qué gran película fue “La vida de Brian”.

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